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-EDICION Nº 136 14.05.2008

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-EDITORIAL

Realidad en colores para un contexto blanco y negro

Aparece en el horizonte de la radiodifusión en la Argentina una iniciativa, aparentemente decidida, de sancionar una nueva ley de Radiodifusión. Obsérvese que el tono es aún cauto por parte de R&TA, puesto que el viejo refrán “el que se quema con leche, cuando ve una vaca llora”, se nos ha hecho carne de manera lacerante.
Muchas veces antes de ahora, ante promesas e iniciativas igual de decididas y firmes, creímos que era el tiempo del avance hacia la modernidad que los tiempos ya se han encargado de establecer, tecnológica e ideológicamente.
¿Qué debería pasar para que, esta vez, la iniciativa llegara a buen puerto? ¿Qué cosa diferente de las que desembocaron en todos los fracasos anteriores habría de pasar ahora para que la vieja, anacrónica y vergonzante ley 22.285 fuera, por fin, derogada y dejara paso a un elemento acorde con los tiempos que corren y, sobre todo, con los que se avecinan?
El gobierno ya no se limita a prometer una nueva ley de Radiodifusión sino que promueve una nueva normativa legal para las nuevas tecnologías. Parece curioso que en ese debate, que debe ser necesariamente plural y abierto a todos los sectores, quede como anécdota saliente la propuesta de la CGT para tener un medio de comunicación propio.
Primera respuesta: la discusión para una nueva ley de Radiodifusión debe ser seria.
El debate debe ser rico pero no eterno. No está el mercado, ni la sociedad, preparado ni dispuesto a largas filípicas, discursos emperifollados y barroquismos dialécticos. Para peor, detrás de esos artilugios suelen esconderse intereses que apuntan, antes que nada, a dilatar los tiempos, a diluir los contenidos, a agregar agua para diluir en lugar de sustancia para enriquecer.
Segunda respuesta: tiempos cortos, participación directa, conclusiones efectivas. Si los protagonistas, democráticamente, apuran sus conclusiones, e impiden que los intereses sectoriales abarquen con impúdica avaricia los espacios que son de todos, entonces probablemente haya ley.
Durante las audiencias públicas que en el pasado reciente intentaron ser el escenario de consenso para una nueva ley ocurrieron cosas que, si no fueran trágicas, serían cómicas. Cosas como que una entidad de vitivinicultores pidiera que no se los mencionara en el contexto de la ley, o que un radiodifusor del interior del país se pronunciara a favor de la apertura de nuevas frecuencias para televisión siempre y cuando no fuera en su distrito, porque él era dueño de una y no quería competencia.
¿Puede haber regulaciones férreas, tan rígidas que resulten imposibles de cumplir para la mayoría de los aspirantes humildes a los nuevos espacios?
Gracias a la democracia incipiente de fines de los años 80 y a las nuevas tecnologías, las radios de FM de baja potencia surgieron libres de los grandes medios y, por lo tanto, autónomas. Su continuidad no dependía de los grandes anunciantes sino de pequeños comerciantes; los trabajadores no sólo no cobraban honorarios astronómicos sino que, por lo general, sacaban dinero de sus bolsillos para hacer posible un intento de “otra comunicación”.
Tercera respuesta: eso sólo pasó con las radios, mas no con los canales de TV. Enrarecer las condiciones de acceso, complicarlas e incrementar artificialmente sus costos será atentar contra la libertad de expresión. Esta y no otra es la oportunidad para abrir el espectro a múltiples canales independientes en todo el país. Las velocidades con que se duplican las cosas van en aumento, los discos de las computadoras, las memorias, la calidad de imagen (ya hay ultra alta definición), la cantidad de científicos, de genios en algo, de estudiantes y los medios de comunicación no se quedan atrás; nos pasamos mil novecientos noventa años mandando cartas en un sobre con estampillas y llego el fax, hace unos pocos años apareció el e-mail y ahora están, los celulares, los SMS, los blogs, los fotologs, youtube y quien sabe que otro esta por llegar, podría decir que la realidad supero la ciencia ficción. Hay que apurarse.
Si el Ejecutivo cumple rápido con sus deberes y evita que los espacios plurales queden en manos de los poderosos será posible una nueva ley para las nuevas tecnologías. Y así, surgirá la posibilidad de tener un espectro más plural y libre. Lejos de los idiotas útiles y de los inútiles, sean o no idiotas.


Rúben S. Rodríguez
rsr@rt-a.com