Cuatro Meses

 

Cuatro meses es mucho o poco tiempo, según cómo se mire. Para quien espera con ansiedad, puede parecer una vida. Pero para quien tiene la paciencia de la sabiduría y la comprensión que da la grandeza, bien puede significar un suspiro.

Aspiro a que éste último ejemplo sea el que se adapte a nuestros lectores, que tuvieron que esperar más de lo normal desde nuestro último número. Nos tomamos un tiempo tal vez exagerado para producir todos los cambios que nuestros Uds reclamaban y nosotros sabíamos que debíamos concretar. Pero la vorágine en que nos veíamos envueltos, sumada a los cambios de rumbo que inevitablemente traen aparejadas las renovaciones de gobiernos constitucionales, nos convidaron la posibilidad de parar y repensarnos.

El resultado de ese tiempo de reflexión, reacomodamiento y especie de relanzamiento es esta edición que hoy tiene en sus manos.

Se vienen nuevos tiempos. Com promesas que mueven la ilusión y el entusiasmo, provocan cataratas de adrenalina y exigen un nivel de compromiso cada vez más alto para estar acordes a las circunstancias.

El nuevo gobierno prometió -y parece dispuesto a cumplir- la sanción de una ley que, por fin, reemplace a la 22.285. Que es una ley de la dictadura, es cierto, pero que fue ratificada por la democracia aún a sabiendas de que no satisfacía a nadie y que estaba pensada para otro tiempo y otro país.

Desde 1983 hasta hoy, los gobiernos democráticos están en deuda y en mora con quienes hacemos la radio y la televisión en la argentina, pero mucho más lo están con el público, destinatario final de todo nuestro esfuerzo, nuestras invesiones y nuestras esperanzas.

Se habla ya de plazos y eso es bueno. Bastar recordar que alguna vez en la Argentina no se habló de plazos sino de objetivos, y el resultado fue desastroso. Los Estados modernos tienen obligaciones que cumplir y un tiempo limitado para hacerlo, porque si no es así, fracasan estrepitosamente.

Para fin de año deberán estar adjudicadas, legalizadas y regularizadas buena parte de las radios que aún hoy se siguen llamando "truchas" o funcionan bajo permisos precarios.

Así lo prometió el gobierno, así se lo recordaremos desde estas páginas. Antes de fin de año o, a más tardar, en el primer trimestre del 2001, deber hacer una nueva ley de radiodifusión. El Poder Ejecutivo prometió enviarlo al Congreso a la brevedad. Se lo reclamaremos si no lo hace. Pero si efectivamente lo envía y el proyecto duerme el sueño de los justos en algún oscuro cajón de un diputado o un senador, también allí estará nuestra voz para exigirles que cumplan con aquello para lo que, con nuestros impuestos, les pagamos: legislar.

ATC ya no es ATC. Por fin volvió a llamarse Canal 7 y se abrió como un abanico plural, democrático y con expectativas de representarnos a todos, como Estado, como comunidad y como individuos.

Así lo prometieron sus nuevas autoridades. Tendrán en nosotros a un fiscal, siempre atento a marcarles los errores o aplaudir los aciertos, pero desde un punto de vista ecuánime y despojado de simpatías ocasionales o favoritismos políticos.

Quienes queremos hacer una radio y una televisión mejores, tendremos en el futuro mediato -según parece- un marco en el que desarrollar toda nuestra potencialidad.

En las páginas que siguen, el lector encontrar un extenso y completísimo reportaje al nuevo titular del COMFER, Gustavo López; el pensamiento del Secretario de Cultura y Medios de Comunicación, Darío Lopérfido; el resumen de la primera jornada de radios comunitarias que se realizó en la historia de la radiofonía argentina; proyectos de ley aprobados y en tratamiento; un resumen comparativo de la realidad de la televisión por cable entre la Argentina y el país que más creció en ese rubro en 1999, México; un análisis claro, crudo y descarnado sobre el nuevo Canal Siete; secciones nuevas; información y opinión a granel.

Subyace detrás de cada párrafo, de cada palabra y de cada letra una sensación de avance. La sentimos al editar este número con el que formalmente volvemos a tomar contacto con nuestros lectores. Pero la sentimos al buscar en cada hueco del espectro de la radio y la TV, cada una de las informaciones que decidimos incluir en esta edición.

Avanzamos nosotros, con una publicación renovada y -creemos- de un nivel acorde a las expectativas de lo que genéricamente llamamos "la gente del medio". Pero avanzan también los operadores privados y oficiales, que parecen decididos a entender que los medios masivos de comunicación audiovisual son el más formidable elemento de cultura, información y educación que existe en la actualidad.

Hemos incorporado más periodistas, nos hemos reequipado en infraestructura y en maquinaria, sumamos profesionales en el área de arte y diagramación. En síntesis, también nosotros queremos ser parte de las soluciones porque si no nos adaptamos a los nuevos tiempos, seremos parte de la rémora y del problema.