Impresiones 
  de una isla
La 
  isla de Apipé, en Corrientes, es la única porción de tierra argentina ro deada 
  de aguas extranjeras. Todo a su alrededor es paraguayo. Para acceder a ella 
  es necesario pasar por el puesto fronterizo de la Prefectura Naval y hacer trámites 
  de Aduana. Pero esta vez, con la presencia del ministro este paso fue obviado 
  por completo. Nadie tenía opción de escaparse. El calor agobiaba a los visitantes. 
  El vuelo placentero en el avión oficial había dejado paso a un tedioso recorrido 
  que incluyó 20 kilómetros de tierra hasta la punta del continente y luego cinco 
  minutos de lancha hasta la isla. Una vez allí, se pudo observar lo cerca que 
  estaba del lugar la monumental Represa de Yaciretá y lo lejos que parece para 
  los habitantes de Apipé tener luz eléctrica desde allí. La isla tiene 2000 habitantes, 
  no se ve circular automóviles y sólo se escucha el ruido de los motores de tractores. 
  La tierra es colorada y arenosa, apta para el cultivo de plantaciones tropicales. 
  Mientras parte de la comitiva se aflojaba la corbata y esperaba el inicio del 
  acto en la escuela, muy cerca, en un rincón del establecimiento se ajustaban 
  los detalles técnicos para dejar lista la radio y poder emitir por primera vez. 
  El tiempo apremiaba. Debido a las características del suelo, aireado, la antena 
  de la emisora no pudo colocarse con tensores fijos clavados en diagonal. Se 
  debió hacer una estructura de concreto, ancha y explayada casi en el nivel de 
  la tierra. Era la única manera de mantenerla en pie. El sol era abrasador, insoportable. 
  La gente, mientras miraba con la típica actitud de pobladores rurales, con cautela 
  y de reojo, se iba ubicando lentamente en el poco espacio que quedaba con sombra. 
  Estar al reparo del sol parecía ser la única opción. El acto, las banderas y 
  el Himno. Las maestras, los alumnos y los guardapolvos. Mástil y papeles en 
  un escenario escolar. Las palabras de agradecimiento y el compromiso por desafiar 
  el futuro. De esas cosas se habló en Apipé, de la entereza para paliar la crisis 
  y de la responsabilidad que emerge de un medio de comunicación. FM Cristal está 
  en el aire. Los chicos hablaron con soltura e inauguraron la transmisión. Afuera 
  promediaba la tarde. Era hora de regresar con la satisfacción del deber cumplido. 
  Ya en el continente, a 60 kilómetros de distancia de la escuela, la radio desbordaba 
  con música y palabras. Un nuevo puente de comunicación tendía sus redes para 
  integrar cada vez más a esa Argentina disgregada y distante. Era el puente que 
  dejaba atrás el olvido y daba paso a la unión de los pueblos. 


