Editorial

¿Quién puede pensar en la radiodifusión cuando el país se está desmembrando?

El país es más que las apariciones televisivas del ministro de Economía anunciando marchas y contramarchas, ajustes y más ajustes y más ajustes... El país es un todo que precisa comunicación, casi tanto como el aire real, ese que permite respirar y tener vigente la ficción de la vida. El año que se está yendo será recordado por los avatares económicos, más no por lo mucho que produjo en materia de radiodifusión, no todo bueno, no todo positivo. El Comfer tuvo un éxito parcial en su intento por normalizar el espectro radioeléctrico, pese a numerosos obstáculos que se le interpusieron a nivel judicial, con medidas cautelares y fallos que no siempre le permitieron llevar adelante su proyectos. El aire está menos enrarecido que hace apenas un puñado de meses. Los procesos de adjudicación, en líneas generales, fueron correctos, sobre todo si se los compara con la vergonzosa adjudicación de última hora que produjo el anterior gobierno, prácticamente cuando Fernando de la Rúa se estaba colocando la banda presidencial. Los errores cometidos y los casos sujetos a dudas por presuntas irregularidades han quedado reflejados a lo largo de 2001 en estas páginas. Todo está donde debe estar: en la justicia. Incluso tres interventores de la gestión anterior están siendo investigados por los supuestos perjuicios económicos con exenciones impositivas, las que habrían producido una cuantiosa pérdida al erario público. Durante el año, también gracias a una orden judicial, los poderosos grupos televisivos, que compraron los derechos de los partidos de fútbol por las eliminatorias del Mundial 2002, debieron poner al alcance de todos los argentinos la pasión más popular que vive este país en lo deportivo. Cierto es que el Comfer accedió de buena gana , según todo parece indicarlo, a esa orden. Pero, a juzgar por lo que la realidad indica en esta Argentina donde los poderosos sojuzgan a los débiles, ello no hubiera ocurrido si el juez Rodolfo Canicova Corral y el fiscal Guillermo Marijuan no hubieran tomado cartas en el asunto, a partir de la presentación del diputado peronista Mario Das Neves. Sin embargo, el Comfer fracasó parcialmente y, por razones ajenas a su voluntad en otro de sus grandes objetivos, también el proyecto de ley de radiodifusión que ya está en el Congreso. Pero allí quedó empantanado porque, tal como está redactado, no permite prácticas monopólicas que proliferaron a la luz de la absurda 22.285 y todas las trampas que, legalmente o por imposición del hecho consumado, se le introdujeron. Queda entonces por delante ese desafío. Ahora con una Cámara de Diputados parcialmente renovada y una de Senadores nueva absolutamente. Por encima de la penuria económica el país existe, más allá de las cuentas bancarias. Habrá que ver si la clase política, generalmente ajena a las necesidades de la gente común, lo comprende y obra en consecuencia. Nuestro pedido: queremos Ley de Radiodifusión.

Ruben S. Rodriguez
Editor
ruben@rt-a.com